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Plataformas

Por: Juliana Torres Forero.  /  Mayo 2018

Una plataforma roja. Sobre ella: la niña. Está descalza. Lleva un vestido negro. Está parada en el medio, muy quieta. Escucha a su padre erguido sobre una estaca que se levanta frente a ella, sobre las aguas, al lado izquierdo. Detrás de la plataforma, a 10 pies de distancia, hay otra, azul, vacía, moviéndose con las olas.

Padre: No tienes los pies donde debes

Niña: ¿A qué te refieres?

P: Debes tener los pies sobre aquella plataforma azul, bien puestos, no sobre esa roja.

N: Pero si allí no me siento segura, ahí siento que mis pies no son mis pies.

P: (Ignorándola) Desde la plataforma azul existimos un poco más, nos hacemos más visibles. Además, la gente nos quiere más y ganamos dinero.

N: Sí, pero yo quiero seguir haciendo mi propia plataforma, ¿sabes? Y muchas otras. Quiero brincar de la una a la otra, así. (Empieza a saltar, la plataforma se tambalea).

P: ¡Quédate quieta! Y mírate, estás toda sucia. Si llegas a la plataforma azul tienes que limpiarte, vestirte bien y sonreír. ¡Y no quiero que andes con caras largas allá! No queremos que crean que tienes una tendencia a la tristeza. Eso los espanta.

N: (Quedo, para ella misma) Si lloro, quiero llorar sobre ti. Que mi llanto te cubra todo. Que mi dolor lo inunde todo. Que no puedas respirar hundido en mis lágrimas.

P: ¿Qué dices?

N: Nada...que ya no veo la plataforma azul.

P: ¿De qué hablas? (Pregunta alarmado)

N: Mira, se está alejando y va dejando pedazos regados por ahí, en el agua.

P: (Saca unos binóculos) ¡Puedo verla! ¡Puedo verla!

N: Ahora es solo una línea azul.

P: Una línea, bruma.

N: Azul, lejos.

P: Puntos.

N: Bruma de nuevo.

P: ¡Nada! (Empieza a llorar).

N: No llores pa. Ven más bien y te paras en mi plataforma roja. Mira, es bonita, la hice yo misma. Todavía le faltan algunos detalles, acá en este borde, por ejemplo: no he encontrado la manera de que los peces dejen de comérsela. Y en este otro, se hunde un poco. Pero hay una buena vista: desde acá puedes ver los barcos y la gente escogiendo la fruta en el mercado, en esa orilla, ¿lo ves?

P: (Refunfuña, como un niño, se cruza de brazos) ¡No quiero! ¡No quiero! Yo quiero la plataforma azul (Llanto de bobo, sin lágrimas).

N: (Súbitamente rabiosa) ¡Pero si esa no es ni siquiera tuya! (Da varios golpes a la plataforma roja con los pies) ¡No es nuestra! ¡No eres tú! (sigue dando golpes con lo pies) ¡No es! ¡No es! ¡No es!

P: (Mirando los pies de la niña. Los golpes lo ponen lelo, lo hipnotizan) Ahora que lo pienso, esta plataforma es simpática. Tiene su gracia...mmm...Podría pararme allí por un momento (Hace el gesto de acercarse, se retira) ¡Pero no quiero que nadie nos vea en ella! O por lo menos no a mi. Me dejarían de querer...

N: ¿Quiénes pa?

P: Ellos. Los depredadores. Los que rondan las plataformas y se devoran a las criaturas que habitan las inadecuadas, las que no deben ser. Yo no quiero que me coman (Hace una mueca de dolor) Quiero pertenecer y...

N: ¿Te importa que me coman a mi?

P: ¡Ese es tu problema, querida! Verás, yo no te escogí, tú me escogiste a mi.

N: ¿Qué quieres decir con eso?

P: Mira, antes de que tú nacieras, tú decidiste que querías que yo fuera tu padre. Me viste desde tu estrella y dijiste: ¡ese es! ¡Quiero nacer de él! Y así con todo lo demás: tu cuerpo, tu casa, tu madre...No es mi culpa lo que esté pasando a raíz de esas decisiones (Se inclina. Intenta tomar un poco de agua, pero no alcanza. Disimula el fracaso. Se frota las manos).

N: Yo no me acuerdo de eso ¡Y si fue así creo que debí haber escogido mejor! (Le grita. Él pretende no escuchar).

P: ¡Ay! Mira qué lindo: ¡un gato! Viene remando hacia nosotros.

N: No es un gato papá, es el cobrador. Viene a hacerte pagar tus deudas ¿Te acuerdas?

P: Mmmmm…Veo.....Ahora que me acuerdo, tengo que tomar el próximo avión que me lleve a la plataforma azul. Tiene que estar en algún lugar y algo me dice que esta ruta de vuelo me llevará allá. Tengo dinero. Tengo mis tiquetes ¡Voilá! Tú lánzate al agua y sé feliz.

N : Pero es peligroso ¡Tú lo dijiste!

P: ¡Bah! ¡Hazlo! ¡Sé valiente mi pequeña! Y ama, ama siempre tu adorable plataforma rosada.

N: No es rosada, ¡es roja!

P: (Se ve el avión minúsculo, zumbando en el aire) Allí está mi avión. ¡Adiós! Adiós mi pequeña criatura. ¡Bon voyage ! ¿A quién le importan los colores? (Le da la espalda a la niña y de inmediato se convierte en piedra. El pequeño avión es ahora una pluma pequeña. Cae sobre la plataforma roja. La niña se queda quieta y comienza a cantar: “Siempre que te pregunto que cuándo, cómo y dónde, tú siempre me respondes: quizás, quizás, quizás…” y se lanza. Llega remando el cobrador. Se pone a esperar a que la niña regrese. Círculos concéntricos en el agua).

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